
Francisca Valenzuela llegaba a España por primera vez para presentar en directo Buen soldado, su segundo disco de estudio y el primero que edita en nuestro país. En la lluviosa noche del miércoles ofrecía al público madrileño un ‘showcase’ privado en la sala Costello Club, mostrando una poderosa voz femenina, unas letras punzantes y muy elaboradas y una energía dicharachera acompañada por una banda portentosa. Pero su propuesta sonora, con un pop latino refinado, puede gustar,… o no.
Su predisposición en este pequeño concierto fue máxima, ya que aquello se convirtió en un alarde de bailes poperos, sonrisas naturales, coqueteos animados y mucha música concentrada en menos de una hora. Ante un recinto abarrotado, Valenzuela demostró que tiene tablas y energía suficiente para tratar de convencer con sus melodías divertidas y bailables hasta la saciedad, entonadas con un desparpajo inusual con el que se fue ganando al respetable a medida que transcurría el espectáculo.
La cantante, instrumentista y compositora chilena destila un amplio abanico compositivo e interpretativo que pendula del pop rock más ochenteno al jazz o el folk alternativo, sin olvidar el pop latino más influenciado por sus orígenes geográficos que entronca con un pop de cámara sensual. Todo ello aderezado por unas letras literarias afiladas que demuestran un apetito artístico muy refinado. El resultado parece cuando menos difícil de encasillar, y en algunas fases de su concierto recordaba al prodigio musical de Julieta Venegas, aunque salvando las distancias.
En teoría, salía al escenario de la Costello con su banda para presentar Buen soldado, su segundo trabajo discográfico, aunque la realidad es que aliñó por igual temas de sus dos discos, quizá con la intención de ofrecer en su primera visita a España una muestra más completa de su carrera musical. De esta manera, comenzó con el tema “Buen soldado”, al que siguió “Quiero verte más”, manifestando la calidad de su propuesta, para después alternar algunas canciones de su álbum debut Muérdete la lengua, hasta llegar a “Los poderosos”, aquella composición que no deja títere con cabeza por su incisiva crítica al orden establecido.

Antes de finalizar su concierto quiso hacer un homenaje al cantautor estadounidense Johnny Cash con una versión más que decente, a la que siguió “Muérdete la lengua”, con la que puso punto final. Muchos fueron los que salieron de allí alabando su música, pero otros muchos dudaron de la chilena. Y es que su propuesta melódica puede llegar a contagiar sin dilación por su buen hacer, o puede no encajar por diluirse en una amalgama de sonidos inconexos que cuesta asimilar.
Fotografías: Óliver Yuste.