Amaral cerró el pasado sábado su gira Gato Negro, Dragón Rojo con cinco noches consecutivas en el Teatro Circo Price de Madrid, colgando el cartel de ‘entradas agotadas’ en cada uno de sus conciertos. Se despedían así del público español para tomarse un respiro, tocar en escenarios internacionales y comenzar nuevos proyectos discográficos.
Tan solo los más grandes se permiten lujos similares, sin estridencias, sin fuegos de artificio, en un escenario donde la música fue única protagonista. Todo ello en una sala que otorgó a los maños la cercanía de sus fans y viceversa. Un homenaje íntimo y mutuo que culminó el pasado sábado ante dos mil personas, con tres horas de un directo minimalista orquestado por una banda dirigida por Eva Amaral, algo hierática y nerviosa en un principio, muy eléctrica después.
Ese intimismo recíproco se hizo patente en las armonías templadas de “Concorde” y “Rock & Roll”, piezas que inauguraron este último concierto en España. “Toda la noche en la calle” rompió muy pronto cualquier atisbo tedioso en un espectáculo en el que el grupo intercambió perlas musicales en acústico, como “Tardes” o “Alerta”, con brillantes momentos como el homenaje que brindaron a Antonio Vega al consumar una excelente versión de Nacha Pop, “Atrás”, junto a la imprescindible “Cómo hablar”; o dedicatorias a las pequeñas salas madrileñas donde tocan artistas nobeles y donde Amaral comenzó su carrera, con canciones como “Marta, Sebas, Guille y los demás” o “Es sólo una canción”, en la que Juan Aguirre cantó con la expléndida voz de Eva a los coros, y de paso envió un mensaje reivindicativo a la Ministra de Cultura allí presente al grito de ‘No al cierre sistemático de las salas de Madrid’.
El grupo no defraudó a sus incondicionales y reservó algunas sorpresas para ésta su despedida temporal de los escenarios. La primera llegó en “Siento que te extraño”, un tema que no tocaban en directo desde la gira del disco Una pequeña parte del mundo por los tristes recuerdos que evoca a Eva, la misma que se descalzó al comenzar el primero de los dos bises, se sentó en medio del escenario y comenzó a tocar el sitar en “De carne y hueso”. Parecía que todo finalizaría como estaba escrito con un trallazo de canción como “Revolución”, pero aún faltaba otro regalo más en un segundo bis: el grupo estrenaba el tema “Madrid”, aquel que se quedó fuera de su último álbum por estar inacabado, y remataba más de treinta canciones con una versión extendida y decibélica de “Sin ti no soy nada”.
Amaral, aquel desconocido dúo zaragozano que arrancó hace más de diez años en pequeñas salas de la capital donde los únicos espectadores eran el camarero y el amigo de éste, ya ha entrado en el olimpo de la música nacional gracias a la lucha y el esfuerzo propio que el pasado sábado culminó con una colosal fiesta musical tras cinco conciertos consecutivos por demanda de su público en el Circo Price. Tan solo los más grandes se permiten lujos similares.
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Óliver Yuste