Fue la actriz que entonces encarnó
a una muchacha diez años menor
en una serie del prime time.
Estaba enamorada de un nombre
compuesto nada complejo.
Hacía, al hablar, indescriptibles
virguerías con las manos.
Se despertaba a la hora
de los murciélagos.
Y, más que engullir, parecía
matar la comida.
Una noche le dijeron al oído
que tenía ojos de duende,
y se lo tomó como un insulto.
Con ella dejamos de tener
miedo antes de que la propia chica
nos diese miedo.
Fuente de la imagen:
Geoffroy de Boismenu, «I’m the hunter».