Revista Digital

Las niñas salvajes, belleza y crueldad marca Le Guin

Comienzo esta reseña bañada en sudores fríos por lo peliagudo que me parece intentar reseñar el trabajo de Ursula K. Le Guin y hacerle toda la justicia que se merece. No obstante, espero transmitir toda la pasión que siento por la escritora y animaros a pasar una tarde con Las niñas salvajes, la novela corta que la editorial Virus nos ha hecho el gran favor de traer a España. Y opino que es un favor porque el gran trabajo de la autora estadounidense ha sido hasta la fecha bastante vilipendiado en el sector editorial patrio. Si una se acercaba a la librería de turno podía encontrarse en una misma balda veinte novelas de Philip K. Dick y, con suerte, una edición manoseada de alguna de las novelas más famosas de Ursula K. Le Guin. Ya que tengo en La Huella Digital un espacio donde expresarme, me atrevo a pedir a la editorial Minotauro, que tiene los derechos de varios trabajos de la escritora que, por favor, los reedite o los libere para que otros puedan, por fin, dar voz en castellano a una autora imprescindible para entender la evolución de ciencia ficción y fantasía escritas por mujeres en la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI.

Ursula K. Le Guin

Y después de rellenar mi hoja de reclamaciones, vuelvo a lo que nos interesa: Las niñas salvajes. Fue publicada originalmente en 2002 en la Asimov’s Sciencia Fiction y, como muchos otros relatos de Le Guin, fue galardonada con un premio Nebula. El relato nos cuenta la historia de dos jóvenes hermanas de una tribu nómada que son raptadas por los hombres de la ciudad para convertirlas en esclavas. Traumatizadas por un hecho acaecido en los primeros momentos de historia, las jóvenes renombradas Modh y Mal se integran en el núcleo de una familia rica que las convertirá en distinguidas damas casaderas rodeadas de todos los lujos que una podría desear. Afila Ursula su escritura más punzante para recordarnos que la familia, como pieza fundamental de agregación social en un sistema patriarcal, no siempre es un lugar seguro y acogedor. Y hasta aquí puedo leer.

No pierde Las niñas salvajes el estilo de escritura de los primeros trabajos de Le Guin, la autora vuelve a envolvernos en sus mundos imaginarios de manera directa y sin fruslerías. Sin embargo, si sois como yo y llegásteis al universo Ursula gracias a las inolvidables aventuras de Gavilán, Tenar y compañía en Terramar, puede que este lenguaje usado de manera cruda y sin maquillar os llegue a sorprender. No es que la autora se muerda la lengua en ninguno de sus trabajos anteriores, pero sí que es cierto que, incluso en una sembrada oscuridad, siempre dejaba semillitas de luz. Quedaba una alternativa. Sin embargo, la autora coloca en este relato a sus personajes en un callejón sin salida.

«Tampoco Nata sabía nada de esa alternativa, ese espacio posible incluso cuando es inalcanzable en el cual hay sitio para la justicia, en el que la palabra “pero” puede pronunciarse y tener significado».

Y lo peor no es que no haya un callejón con salida, lo peor es que Ursula nos deja pistas para entender el tipo de sistema en el que viven los personajes de su historia. Nos presenta a los que pueden parecer los malos del asunto para luego mostrarlos completamente humanos, vulnerables.

«Asaltaban poblaciones, mataban a gente, se llevaban comida, esclavos. Así eran los hombres. Igual de estúpido sería odiarlos que amarlos por ello».

Nos muestra a unas víctimas que también participan de un sistema opresor. Nos suelta Ursula una bofetada con la mano abierta. No nos salva, no nos da la mano como en otras ficciones. La Ursula anciana parece no tener tiempo que perder. Nos arroja los trastos a la cabeza y ya sabremos nosotras cómo afrontar todo ese desastre que deja tras de sí la lectura de este relato.

La editorial Virus ha tratado a Ursula K. Le Guin como se merece y presenta Las niñas salvajes en una cuidada edición con ilustraciones de Adara Sánchez, una introducción de la directora del documental Worlds of Ursula K. Le Guin, Arwen Curry y un epílogo escrito por Layla Martínez, donde nos explica la relación entre la ciencia ficción y el feminismo. Además, se acompaña el relato con un ensayo incluido en la edición estadounidense de 2011: «La conversación de los modestos». Solo espero que vengan nuevos relatos de la autora y que estén así de bien editados. La literatura de Ursula K. Le Guin es ahora más imprescindible que nunca.

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