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«La espada de los cincuenta años», preciosa y preciosista

El autor de La casa de hojas nos deleita de nuevo con un cuento siniestro en el que la lírica de su prosa se torna indisoluble a la belleza de su forma.

la espada de los 50 añsoComo en la anterior y exitosa obra de Mark Z. Danielewski hay que celebrar el esfuerzo y mimo empleado por las editoriales Alpha Decay y Pálido Fuego a la hora de plasmar al detalle en los libros las ideas plásticas del autor. Algo que visto desde afuera puede parecer relativamente sencillo e incluso obvio pero que desde luego no lo es en absoluto. En La espada de los cincuenta años nos encontramos de nuevo con eso que muchos han dado en llamar libro-objeto, en el empeño loable y maravilloso del escritor en devolver cierta magia al libro, de engalanarlos como perfectos artefactos en que lo formal  adquiera la misma relevancia que el fondo, convirtiendo cada ejemplar en una especie de pequeño tesoro visual y literario. Algo que en los tiempos que corren de inmediatez, descargas y lecturas digitales desde móviles, prisas y ediciones y autoediciones sin el mínimo cuidado se antoja tremendamente necesario y cuyo rotundo éxito denota que no todo está perdido.

Concretamente La espada de los cincuenta años es un prodigioso cuento siniestro que rememora la mejor tradición de éstos en esa especie de limbo o ambigüedad que provoca dilucidar si se trata de una historia para niños o para adultos. Tradición porque antes de Disney -y sin que recientes producciones cinematográficas y televisivas hayan inventado nada nuevo- los cuentos que todos conocemos eran terriblemente brutales y terroríficos; algo que sabe muy bien otro gran escritor fantástico con cierto parecido a Danielewski al menos en estilo literario como es Neil Gaiman. En La espada de cincuenta años la estructura del cuento propuesto podría considerarse también la de un poema cuyos versos son tan libres que se van fragmentando o adquiriendo diversas formas y dibujos según la narración que se va contando, palabras que se mimetizan de manera hermosa con su significado. Palabras o versos en los que el autor hace gala de un arrollador lirismo poblado de imágenes y metáforas magistrales. Danielewski demuestra que no solo hace libros bonitos u originales sino que también es un excelente narrador, por mucho que algunos se empeñen en negarlo.

Sí, es cierto que en esta obra prima más la belleza de la forma o el libro como literal objeto artístico que la profundidad del discurso, pero eso es algo que no tiene por qué ser negativo, muy al contrario, sobre todo si el resultado final es tan magnífico. De hecho es mucho mejor y más honesto que la pretendida trascendencia de los gurús de las emociones tan en boga hoy en día. La elección literaria de Danielewski, preciosa y preciosista, hermosa, siniestra y emocionante se da la mano con lecturas tan míticas como El principito o La historia interminable, pero también con los clásicos del terror de finales del siglo XIX. Un libro exquisito que funciona a la perfección en su delicioso engranaje visual, literario, y artístico. Una historia evocadora tejida con el material del sueño y la pesadilla de esas que un niño roba con placer culpable de nuestra estantería.

Fuente de la imagen principal, aquí.

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