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«Julio Cortázar. Clases de literatura. Berkeley, 1980»

Cierto día escuche a Cortázar sin saber que se llamaba Julio, sin conocer su literatura. Fue hace tiempo, durante mi niñez. Entonces me llamó la atención su tono pausado, la cadencia en la que se iban poco a poco desgranando las palabras, la ideas. La plática era interesante entre el entrevistado y el periodista literario, pero era incapaz de poder asimilarla. Un mano a mano entre Joaquín Soler Serrano, presentador del programa literario A fondo, y el escritor argentino. El escuchante sentía un grato placer por la conversación, cargado de razones y razonamientos, sazonado de entendimiento y experiencia. Volví a hipnotizarme con el placer de la palabra hablada años más tarde, primero gracias a una delicada edición de algunos programas de A fondo de aquella época que pude visionar –por supuesto ya había leído Rayuela, Historia de cronopios y famas y algunos cuentos, entre ellos Las babas del diablo-; y más recientemente, gracias a algunas plataformas de internet que nos devuelven a aquel universo literario y que he vuelto a revisar, conjuntamente con otros materiales, antes de ponerme manos a la obra a la hora de escribir este artículo.

portada-clases-literaturaUn nuevo libro del fabulador: sus clases de literatura dictadas en la universidad en Berkeley. Surgen las discusiones. Algunos, con buen criterio, opinan que se edita este libro cuando en realidad no debía constituirse como tal, viendo en esta intención una política meramente mercantil. Otros, como un servidor, lo agradecemos: tenemos la posibilidad de quedar hipnotizados nuevamente por este maestro de la palabra. Dichos contenidos nacieron en público, centrado su interés en la difusión.

Cortázar habla sin un guión previo, nunca sabe lo que un alumno de aquella aula le iba a preguntar. Su estilo oral es preciso, claro, limpio. El Cortázar oral se parece al Cortázar escrito, la misma ingeniosidad, la misma fluidez, la ausencia de digresiones. Recorriendo sus páginas vuelvo a mi infancia. El editor Álvarez Garriga nos aclara –la presencia de Aurora Bernárdez es incuestionable, como maestra pendiente de todo lo concerniente al universo literario- que es cierto que se han suprimido algunas muletillas y ha sido necesario ajustar alguna que otra frase, pero desde luego no se ha añadido nada que no estuviera registrado en aquellas cintas. Lo esencial está ahí para ser disfrutado; volver a escuchar sus personales inflexiones, esa voz que me sedujo, esa voz que hoy me seduce.

Cada una de aquellas ocho clases dictadas entre los meses de octubre y noviembre de aquel lejano 1980 estuvo dividida en dos partes. La primera consiste en una exposición teórica improvisada, la segunda es un espacio abierto a las preguntas de los alumnos apuntadas a temas tan interesantes como la inspiración, el origen de algunos cuentos o la relación entre el autor Cortázar con otros narradores, también músicos, cineastas. Dentro de este segundo espacio surgen además cuestiones políticas, como el caso Padilla en Cuba de los años sesenta. Este volumen editado felizmente por Alfaguara se acompaña de un preciado apéndice que incluye dos conferencias del propio  narrador dictadas en Berkeley, por cierto ya publicadas. La primera titulada La literatura latinoamericana de nuestro tiempo; la segunda Realidad  y literatura. Con algunas inversiones necesarias de valores. Estas dos conferencias tienen un claro contenido político siempre explícito.

Desde luego dentro de las clases dictadas existen alusiones políticas, el compromiso es claro. Cortázar las estructura de una manera similar a la caracterización en tres bloques que efectúa de su propio desarrollo como fabulador. Su  trayecto tuvo tres etapas: una estética, una metafísica y una histórica. La primera abarca la juventud y los primeros cuentos escritos –el mundo está hecho para acabar en un libro, viene a decirnos sin apartarse ni un solo instante de aquel adagio de Mallarmé-. La segunda comienza con El perseguidor y culmina con Rayuela. La tercera es la de compromiso, la que surge de esos cuentos con significación política, la cesión de los derechos de autor a las causas latinoamericanas…

En algunas primeras clases el escritor expone algunas teorías acerca del cuento, algunas cuestiones centrales del género fantástico como el tiempo y la fatalidad; más tarde se refiere al cuento realista, por último se refiere a otras cuestiones, no se olvida de la musicalidad, ni del humor, ni del erotismo. En definitiva este autor no es un mero narrador, sostiene además teorías literarias propias. Cortázar tuvo que bajar el listón al comprobar que el alumnado tenía un bajo nivel de conocimientos. Su antiacademicismo chocó con la política universitaria. En aquella experiencia  hubo más de un contratiempo. Es también verdad que el trayecto del libro se sigue con gran interés. Cortázar habla acerca de varios cuentos, del origen de sus cronopios, famas y esperanzas, de las motivaciones que lo llevan a escribir Rayuela, de qué dijo el Che cuando le dieron a leer el relato Reunión

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