Abres la puerta y algo ha cambiado:
Una extraña bruma se incorpora a tu cuerpo
y te embarga una angustia que revolotea amenazándote.
Dejas a un lado tu maleta o bolso o cartera
o bolsas de supermercado o llaves o plásticos placeres.
Contemplas tus manos de humo de ceniza
que parecen no pertenecerte hasta llegar a casa.
Hay un bulto que oprime tu pecho y no es poesía:
¿Habrá de ir y venir siempre hacia lo mismo?
Por ti han pasado hombres, mujeres, niños, ropas,
amores que aprendiste a nombrar y que ahora no existen,
medicinas, patios de recreo y órdenes levantándose
como una inmensa telaraña de tizo, llena de lamentos.
Recuerdas que tienes un corazón acorralado de las formas
y que recurre a mentirse porque su vaga heroicidad fallece.
Tu propio enigma es lo que soñaste.
Fuente de la imagen:
Taberna Crítica